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King Shiloh en Barcelona

Enviado por el 23 mayo, 2012 – 13:11No Comment

Cuando te planteas ir a ver un sound system un jueves a la Razzmataz ya sabes que te vas a encontrar: y su multiculturalidad. Hay gente que va por su reconocido nombre como sala de fiestas, otra porque sabe que se lo va a pasar bien (gracias a su estado de ánimo o a otras sustancias) y otra pequenña parte, que va porque le interesa su contenido musical. El resultado es un público híbrido, que se avienen abrazados por la música y en el caso concreto que nos ocupa, la de Sound System.

Hablamos de un sound system en toda su magnitud, con una trayectoria de más de 20 anños. Viven profesando el amor rastafari, con el camión cargado con su equipo, de una ciudad a otra, regalando sus conocimientos musicales en forma de sesiones envolventes. Sesiones donde se intenta educar musicalmente al público asistente, no tiene porque separarse la fiesta de las ensenñanzas y nos lo demuestra cada vez que vienen. Por desgracia, sounds que intenten instruir a su público los hay bien pocos, una oportunidad así no era de despreciar.

La sesión fue heterogénea, sin mucha continuidad de estilos. Los holandeses pasaban de un clásico a un ritmo steppa, del steppa a un ritmo más actual como Push push de Al Campbell, del roots al ska, del ska a un roots más oscuro y electrónico, de la oscuridad a un clásico como el Dark side of the moon de Jackie Mitto entonado por Chanter, uno de sus singjay habituales. Chanter, a pesar de los incesantes cambios de “tempo”, estuvo al micro toda la noche, invitando al público a prestar atención y demostrando el aplomo que le da su trayectoria.

A pesar de su disparidad, la sesión fue enormemente educadora.

El sonido fue excelente. Cuando la música se acaba y los altavoces no emiten el siseo habitual, es que el equipo suena bien, muy bien. Alejandose de las costumbres de los sounds europeos, venia sin preamp. De los platos a la mesa y hacia los altavoces, dos torres simétricas emitiendo en estéreo. En el medio de la sala, entre las torres, aleteaban partes de tu cuerpo que ni siquiera sabias que podian llegarse a mover. Un sonido demoledor, magnífico.

Texto y fotos: Laia Buira

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