Rototom Sunsplash. 17 de Agosto
“Más vale una buena resaca que una lipotimia”.
El Rototom Festival está lleno de vida, las anécdotas se suceden, las amistades se crean o reproducen, nos alimentamos de frases, de chistes malos, de abrazos, de risas y porque no de algún llanto lleno de emoción. Todo suma, nada se descarta. Pura vida.
Vida y luz, una luz que aún luce centelleante a las ocho de la tarde cuando los primeros sones surgen del escenario principal del magno evento. Una hora que no es ideal para recibir a una de las mejores voces que han salido de La Isla del Tesoro en los últimos años, aquella que recuerda a Dinah Washington, a Eartha Kitt, a las grandes damas del rythm & blues: la de Tanya Stephens.
El público aún está frío y no abunda pero a miss Stephens le da lo mismo, subida a unos tacones que no le facilitan los movimientos aunque si le permiten abrazarse al león que corona el escenario, abre la boca y canta, haciéndolo como los ángeles pero no ángeles mofletudos y blandengues, no, con carácter, inspirados, fortachones.
Una banda escueta pero contundente, ideal para el Dancehall, le acompaña. Los presentes se miran y comentan: “Esto no tiene ritmo, es lento, aburrido”. Se equivocan, la música de la jamaicana es intensa y para nada aburrida, conjuga el soul, el r’n’b y por supuesto el reggae con una cadencia rítmica constante descartando totalmente el fuego fatuo. El respetable, algo dormido, sólo se despierta cuando la diva entona “Can´t Breathe” y “It´s A Pity”, sus más bailongos hits. Es posible que si se pudieran sobretitular sus canciones, los asistentes prestarían más atención a esos medio tiempos que parecen cansarles. Sus letras hablan de las relaciones de pareja en estado conflictivo, al estilo Pimpinela pero con mucha más enjundia. Propongo a la dirección del festival un estudio sobre el tema.
En cualquier caso su actuación fue impecable y ya ocupa el segundo puesto de la lista de mejores conciertos.
Empiezan a aparecer camisetas albicelestes cerca del escenario principal, señal inequívoca que los argentinos Dubies están a punto de arrancar su show.
¿Se puede tocar dub con dos guitarras? A mi entender no pero dada la gran influencia del rock en la música fabricada en Argentina, sea el estilo que sea, no es de extrañar que opten por este efecto.
En tiempos en que el dub está prácticamente desaparecido en Jamaica, no está nada mal que se siga reivindicando aunque el resultado final del intento no sea del todo conseguido.
Les acompañó en algunos temas Tiano Bless, un cantante chileno que padece del habitual síndrome de imitar sin rubor a los maestros jamaicanos y que nos habla en sus temas de la conciencia, del amor infinito y más cantinelas rimbombantes y cansinas. Interés nulo.
Los asistentes al festival ya empiezan a estar familiarizados con la Ruff Cut Band, una excelente backing band que acompañará a diversos artistas el Main Stage. En este caso les tocó lidiar con Michael Rose, un artista básico para entender la evolución del reggae hacia el estilo digital pero que no pasa por su mejor momento creativo. Aún así siempre es interesante verlo recrear de nuevo temas eternos de su etapa con Black Uhuru como “Shine Eye Gal”, “ Plastic smile” o “Guess Who’s Coming To Dinner”, esta última producción de Niney The Observer, con quien compartió escenario. El legendario productor que anda estos días por el festival para participar en actos culturales, interpretó “Blood & Fire” que a la postre fue lo mejor de todo el «set».
Rose arrancó en plena forma vocal pero acabó con la voz rota, incapaz de de levantar los excelsos agudos de “I Love King Selassie” con los que nos tenía acostumbrados.
Inicio en la cumbre y final en el foso, metáfora evidente de su carrera musical.
¿Puede poner un crítico alguna pega a un concierto que moviliza a veinte mil personas entregadas y que crea el que probablemente será el mayor “forward” del festival?
Suicida es, en efecto pero que sería la vida sin un poco de riesgo ¿no creen?
Alborosie es un tipo listo, ha conseguido crear un personaje que encandila y se ha ganado un cierto respeto ante la parroquia jamaicana a base de ponerle gracia a sus ritmos más poderosos pero no nos engañemos, un “big artist” no lo es ni por asomo.
“Herbalist” o “Kingston Town” son temas pegadizos y bien fabricados, se hace acompañar de una buena orquesta y luce un carisma innegable pero como diría el amigo Nando García Guereta, en Jamaica no se come un rosco.
Está también por ver cuanto durará esa voz que transmite de forma poco natural y si el caso que le hacen artistas como Etana, Ky-Many Marley o el mismo Michael Rose con quienes compartió escenario es flor de un día.
Su carrera ya hace tiempo que dura y no parece que su éxito en Europa vaya menguar, en este caso la pelea del crítico únicamente sirve para patalear.
Veinte mil contra uno. Pelea perdida por K.O.
King Hammond en el Ska Club, The Disciples en la Dub Station y los divertidos y punzantes RDX en el Dancehall completaron la segunda noche festivalera.
Mañana más y seguro que mejor, Freddie McGregor no falla nunca.
Texto: Barracuda
Fotos: Giulia Mameli, Ominonero y Fernando F. Hevia