Alberto D’Ascola, alias Alborosie, es un artista que despierta amores y desamores. Ganan sus amantes por goleada, vista la buena entrada que registró la Sala Apolo una vez más. Todavía quedan antagonistas a los que no les embelesa su pastiche  formado a base de grandes ritmos jamaicanos, tópicos culturales, rock, pop y algo de altanería italiana pero no les queda otra alternativa que agachar la cabeza, ponerse una cola entre las piernas y desaparecer silbando, porque en el Rototom Festival volverá a reinar y no parece que su gracia vaya a consumirse en un tiempo corto.
Como es sabido a uno no le apasiona, incluso así lo he visto en directo cinco veces. La del pasado dos de Julio fue a mí entender la mejor.
Sound The System, es el título nada original de su nuevo trabajo. Encantará a los asiduos y no molestará excesivamente a los detractores. La fórmula es la de siempre pero salpicada de algunos novedosos destellos muy atrayentes. No las tocó en directo pero Warrior o Goodbye que cuenta con la estimable colaboración de Nina Zilli, donde juega a ser un sosias de Louis Prima y Adriano Celentano, son dos temas pegadizos y que dan un toque de frescor a un álbum ya de por sí entretenido.
Recién salido del horno, compitió de tú a tú con sus clásicos habituales. Play Fool, Tho Whom It May Concern, muy cercanas al sonido Black Uhuru y sobre todo su acertada versión del Zion Train de Marley, encandilaron casi al mismo nivel que Herbalist o Real History.
La algarabía reinante al sonar Rastafari Anthem, Mama She Don’t Like You o Kingston Town, se observa raramente en conciertos de características similares. Alborosie ha encontrado la fórmula que engancha y la exprime cada vez con más pericia. No opta tanto por los sonidos guturales y se centra más en modular su voz que es más bonita de lo que aparenta. Incluso se atrevió a parodiar a Pavarotti, chorro de voz tiene. Los italianos son los reyes de la melodía y debajo de tanta rugosidad debían esconderse más trinos melodiosos. Poco a poco van apareciendo.
Al igual que ocurre, por ejemplo, con Gentleman Alborosie menguaría sus prestaciones si no tuviera al lado una banda como Shenglen Clan, no especialmente inspirada con sus temas propios cuando descansa la estrella pero extremadamente dúctil y potente en el acompañamiento.
Su teclista recarga las notas para sustituir a los vientos y el guitarrista practica el onanismo exacerbado cuando derivan al reggae-rock  pero en conjunto su sonido es contundente, limpio, formando un colchón donde el italiano se encuentra a las mil maravillas. Cuando optan por el Roots genuino, lo bordan.

Por esta vez, no se hace acompañar de ningún elemento femenino a los coros obviando así canciones como Blessings, su puesto lo ocupó un inspirado cantante negro de bonita y cuidada voz.
Su trono de rey europeo del reggae no corre peligro de momento; lejos de estar en decadencia su estilo sigue enamorando a muchísimos seguidores. No voy a ser yo quien me vaya a pelear con ellos.
Como muestra de mi anti-belicismo voy a pinchar ahora mismo la juguetona Goodbye.
Hagan lo mismo, les gustará.

Próximo capítulo: New York Ska Jazz Ensemble
Fotografía: REGGAESHOT (Juanjo Ruscalleda)
BARRACUDA