Crónica Nowa Reggae Festival
Mi suegro, a quien por desgracia nunca llegué a conocer, adoraba el mar.
Uno de sus sueños de juventud fue ser farero. Él era más de Cheek To Cheek o del Borriquito de Peret, difícil es saber si hubiera soportado los sones jamaicanos y la algarabía de la multitud desde la solitaria garita del faro. De lo que no hay duda es que el Molí de Mar, sito en la Platja del Far de Vilanova, le hubiera encantado y algunos pasos “skatalíticos”, se hubiera marcado. Pasadas las fechas del festival Nowa Reggae y del verano ya retornaría a esa tranquilidad con vistas al mar que seguramente ansió algún día.
Olvidémonos del Caribe e imaginemos por un momento un lugar mejor para disfrutar de la música Jamaicana. No se me ocurre. Recinto bello, acogedor, brisa marina, enclave ideal. Festival hasta el día de hoy ninguneado en los medios, pero muy apreciado por sus fieles seguidores. Llegar a una octava edición con mastodontes haciendo sombra y una crisis aberrante, es un mérito que sólo se consigue a base de mucho esfuerzo y amor por lo que uno hace. Crucemos los dedos y recemos para que no desaparezca, sería imperdonable.
Parecía que el cartel quedaría cojo con la ausencia de Ken Boothe, algo que por desventura es demasiado habitual, pero todos los artistas presentes consiguieron que tan importante vacío, se notara lo menos posible.
Hasta hace muy poco, The Congos eran los supervivientes de la era dorada del Reggae en mejor forma. Cedric Myton seguía encandilando con sus retorcidos falsetes y sus compañeros de tantas fiestas y fatigas le escoltaban con notable solvencia. No se puede decir que su actuación fuera un desastre, son incapaces de hacerlo mal, pero sí se les notó mermados de fuelle, como si las fuerzas empezaran a disminuir, factor que por otra parte no debería sorprender y mucho menos criticarse. Tampoco les favoreció un sonido en pleno rodaje que mejoró mucho en la segunda jornada del acontecimiento.
Sea en mala o buena forma, Yo Yo, Children Crying, Youthman o la inevitable y siempre vitoreada Fisherman, son cimas que nunca cansan y engrandecen más si cabe a sus autores.
Escuchar entonar a “Ashanti” Roy Johnson el Rainy Night in Georgia de Brook Benton, fue como tornar a los tiempos de gloria de los cantantes jamaicanos cuando querían seguir la estela de Curtis Mayfield o los grandes cantantes de Soul norteamericanos. Un fenomenal vicio que aún perdura y del que tuvimos varias muestras en los dos días de festejo.
Cansados pero eternos.
Se retuerce en el micro como si nada quisiera saber del público y la vida le fuera en ello, destripa las notas con fuerza inusitada y suda, suda mucho y baila, baila de miedo.
Romain Virgo ya no es un niño, aquella persona que te miraba casi con miedo en el Rototom de 2010, ahora es desafiante, más altivo, y mejor artista. La mutación es lógica y aún irá en aumento. Si no comienza a darse besos a si mismo, puede marcar una época en la música jamaicana.
El lunar lo tiene en la banda, muy justita, poco contundente, con un teclado que más que lanzar fuego, echa chispillas, incapaz de seguir el ritmo trepidante del artista al que le sobra fuerza y le falta grupo.
Emite una voz algo metálica que en estudio parece producida por el inefable vocoder, nada de eso, lo suyo es puro talento vocal con unas características muy especiales que hacen de su emisión, algo único y diferente.
Ya me indultarán del comentario algo machista, pero de los ojos de muchas féminas saltaban chiribitas al observar los bailes seductores y energéticos del jamaicano. Un torrente de ritmo.
Algo más ñoño hacia el final, estuvo pletórico en No Money y con más ahínco todavía en las descargas de su último trabajo The System, I Am Rich In Love o la imponente I Know Better.
El día que potencie su banda y se acompañe de unos coros arrasará.
El querido Oriol del Sound System Freedom Cry, andaba maravillado por la ristra de sensacionales Dub-Plates que lanzó el selector de LP International. Tropecientos de Beres Hammond, gritaba, no sé cuantos Dennis Brown, proclamaba. ¿Y los de Luciano?
Es evidente que los que se dedican a la ardua tarea del “pinchado”, les encantó el “set” del americano. No tanto a los que necesitan más de 30 segundos de un tema para poderlo como mínimo saborear. Si es que no llega ni al estribillo, comentaba un enojado espectador.
Todos tienen algo de razón, aunque está clarísimo que el que quiera escuchar o más bien disfrutar de la música, lo debe hacer en otras condiciones, en un concierto, en el sofá de su casa… Estas sesiones están para otra cosa bien distinta, saltar, disfrutar con la pericia del Dj e intentar reconocer la mayoría de temas que se proponen que, en este caso, casi todos fueron de matrícula.
A un servidor le enrabietó la cortedad de las excelsas canciones de Beres y sintió envidia al mismo tiempo de lo que guardaba en su cajón el coleccionista de Brooklyn. Para gustos colores y para las edades, siempre la más joven.
El sábado amaneció con una agradable brisa que serviría para mejorar el bochorno soportado la noche anterior. Un día espléndido para afrontar el que debía ser el plato fuerte del festival.
Dos horas antes del concierto marcado con una X, se presentaba la gran novedad del festival, un cantante con buena reputación y al que se esperaba con gran interés: el portugués Richie Campbell.
Impetuoso de voz, quizás demasiado, lo que le valió algún gallo hacia el final del show, Campbell es un cantante que se distingue por un buen sentido melódico, cierto fuste en la entonación y una vistosa puesta en escena. El problema reside en la falta de originalidad de su oferta y un tono vocal poco singular. No tiene por qué hacerme caso, casi mejor, pero lo veo más ahondando en el repertorio “Lovers” que en el del Dancehall, donde hay mucha más competencia y puede quedar sumido en las medianías.
Everytime I Cry, es un delicioso tema que no provocó el delirio del respetable, decantado más por creaciones del tipo That’s How We Roll, aunque si una opinión generalizada que musicalmente fue el tema donde más brilló. No se puede decir lo mismo de las versiones del Revolution de Dennis Brown o de Ribbon In The Sky de Stevie Wonder, donde pinchó claramente
Condiciones y buen gusto tiene, sólo le falta concretar el estilo y calibrar mejor los esfuerzos, el resto suele venir sólo.
Dicen ciertas informaciones, que Alpheus se dedicó a cantar después de ver una actuación de Sam Cooke en televisión. No se sabe nunca si hay que hacer caso a este tipo de noticias, aunque en este caso parece creíble, vista la evolución del personaje y el excepcional gusto que atesora como cantante.
Se había preparado la actuación a conciencia, apretó de manera casi inquisitoria a The Blackstarliners y descansó varias horas para que todo saliera a la perfección. Y salió, vaya si salió. Acompañado a los coros por su inseparable “partner” Raphaelia, Alpheus dio un recital de recursos vocales, carisma, saber estar y liderazgo. Enfundado en un traje que hacía sudar hasta los presentes y con su inseparable sombrero, ofreció un repaso a los géneros fundacionales con una sapiencia y categoría difíciles de superar.
Basó su actuación en From Creation, excepcional disco producido por Roberto Sánchez con quien está preparando un nuevo trabajo, y variados ritmos, la mayoría de Studio One
Equal Rights, In Time, Do The Ska, la escalofriante Keep The Faith, a cual mejor interpretada. El final, nada facilón y más que arriesgado con From Creation y Leave & Learn, fue de pedirle el sombrero y quitárselo delante suyo. Tuvo tiempo de enseñar pasos de Ska a una señorita e incluso de agradecer a Reggae Shack y Sound System Fm, su apoyo y el trabajo de tantos años. Debajo de su tocado hay más que un virtuoso, vive un ejemplo de persona.
Mención aparte merecen Genis Trani y sus Blackstarlines que cuajaron una función impecable. Menos robustos en el Roots, ahí Lone Ark les aventajan, pero soberbios en el Rocksteady y en el Ska, en estos géneros superan a los santanderinos.
Sin desmerecer otros momentos álgidos, lo mejor del fin de semana. El precio de una entrada, el prestigio de un festival. Alpheus y The Blackstarlines lo valieron todo.
Sustituir a Ken Boothe no es un plato atrayente, y más si tu estilo está en las antípodas del “crooner” jamaicano. La organización tuvo a bien contratar a Max Romeo y a pesar que nos ha visitado en muchas ocasiones, acertó de pleno. El jamaicano, algo renqueante en lo físico, es un valor seguro, tanto por su dotes de artista como por el inmaculado cancionero que atesora.
Una Charmax Band en forma y con varios elementos femeninos en sus filas, le sirvió de magnífico apoyo para interpretar con la voz ligeramente temblorosa, sus éxitos de siempre Una tras otra sin apenas pausa, ni la tímida lluvia paró el espectáculo, sonaron War Inna Babylon, One Step Forward, Selassie Forever, una sensacional versión de Melt Away (mi favorita), con Dub incluido, Marching, Chase The Devil, el habitual popurrí de Ska y hasta una versión “a capella” de Redemption Song”, sentida pero en este único caso, olvidable.
Casi setenta años le contemplan, pero aún tiene agallas y nervio para completar un gran concierto, el del Nowa Reggae lo fue.
Para los holandeses Herb-A-Lize-It, serviría casi el mismo comentario que para LP International en lo que se refiere a la duración de los temas seleccionados, aunque en este caso existe una sensible diferencia. Ni el repertorio, mucho más previsible, ni la puesta en escena, pudieron rivalizar con el Sound norteamericano. A pesar de todo, tuvieron sus momentos y los presentes se lo pasaron en grande.
No se apuren, no me olvido de las divinas sesiones del Backstage con Rudith o Ivan Thorpedo entre otros, Fire Warriors, el generoso Lutah y su apuesta por el Dancehall en catalán, Badalonians y los ya más asentados Sr. Wilson y Irie Souljah, a quienes el sonido no les quiso demasiado y una larga serie de secundarios que a la manera de las películas de John Ford o Howard Hawks, no tan solo quedaron en segundo plano, sino que fueron imprescindibles para la grandeza de la obra.
Se apagan las luces del Molí De Mar y la muchedumbre se retira a sus hoteles, campings, apartamentos o casas respectivas.
Todos no, un solitario joven sentado en la orilla del mar, admirando el melancólico amanecer, sigue cantando sus notas preferidas: Better will come, better will come. Keep the faaaaaaith……….
Hasta el próximo año.
P: D: Un sincero agradecimiento a la Crew del festival y en especial a Jordi Conejero quien gastó todas sus energías y más para que el festival funcionara a la perfección y nos sintiéramos a gusto. A fe que lo consiguió. Infinitas gracias.
Texto: Barracuda
Fotos: Laia Buira