El reggae prohibido en Fuengirola
Corre como la pólvora por las redes sociales el Bando de la Alcaldesa de Fuengirola, Esperanza Oña Sevilla, a cuento de las fiestas patronales que están teniendo lugar ahora mismo en la localidad malagueña. El siguiente párrafo es el gran culpable de la repercusión que está tomando el Bando: «En cuanto a la ambientación musical, se autorizan todo tipo de músicas siempre que estén interpretadas en español. Bajo ningún concepto se permitirá la ambientación musical con los siguientes géneros: Funk, Rap, Reggaeton, Electrónica, Metal, Alternativa, Hip Hop, Reggae, Heavy Metal, Country, Punk, Gótica, Ritmos Latinos en general.»
Es difícil saber qué ha podido motivar a la señora Oña a avergonzar a los vecinos de Fuengirola de semejante manera. ¿Bajo qué prisma puede entenderse semejante despropósito de ordenanza? Para empezar tenemos que la nula objetividad de la norma está dando rienda suelta al justificado y correspondiente cachondeo. Sólo hay que pasarse por Twitter y buscar tweets relacionados con Fuengirola.
Música en castellano y que no pertenezca a una serie de estilos que, lejos de tener algún tipo de patrón, más parece responder a algún tipo de fobia relacionada con los gustos de algún hijo descarriado. No parece que estuviera entre las intenciones de la alcaldesa fomentar el Blues, el Mento, el Ska, el Jazz, el Dance, el Grunge, el Folk, Soul, Rockabilly, Twist, a Víctor Jara, Silvio Rodríguez o las Rancheras y los Bertsolaris. Ah, no, Bertsolaris no, que ha de estar en castellano… si es que están en todo. Claro que la imposición del idioma genera daños colaterales: los encargados de seleccionar la música se verán obligados a excluir a los Manolos, Raphael, Enrique Iglesias o al príncipe gitano.
La diversión sube de grado cuando se intenta imaginar a los sufridos funcionarios municipales tratando de comprobar el cumplimiento de la ordenanza. «Me desconecte la música, he oído un Hammond tocando a contra y no había ni unas castañuelas para disimular. Además el cantante ha dicho yes».
Si se deja de lado lo anecdótico del caso, la medida tiene un tufillo muy muy rancio. Pasando por alto también la lástima que pueda provocar el escaso nivel cultural que se destila de su autoría, estamos ante una imposición sobre el derecho cultural de cada individuo. Una imposición que, si se piensa un poco, puede hasta acojonar. Es obvio que quien la hace añora épocas donde algunos creían tener capacidad para decidir e imponer.
Presenta serias dudas que una medida así pueda ser legal, que pueda entrar dentro de esa suerte de reglas a veces tan fácilmente moldeables y otras veces tan rígidas: la Constitución. Bueno, posiblemente dé igual. El caso es que aquellos vecinos de Fuengirola que de una forma más o menos imaginativa decidan oponerse a esta medida, cuentan con el apoyo de la ACR y Reggae.es. Tal vez un buen comienzo sea poner una canción que hable de la censura en un idioma prohibido, donde se junten varios de los ritmos prohibidos, utilizando instrumentos prohibidos en lo que puede ser un ejemplo de la riqueza que genera la multiculturalidad en la música.
De pequeños nos reprimieron el amor. Nos cortaron ese trozo de película, amigo.
Nos vemos en el Cinema Paradiso, ese sitio está hecho del material con que se forjan los sueños.
Nos vemos en el Cinema Paradiso, «los alemanes vestidos de gris y tú de azul».
Aún no es tarde para hacerle un sitio a la ternura. Tenemos que recuperar los besos que se tiraron a la basura, el amor, el amor… Joxe Ripiau – Paradisu Zinema
Texto: MOS – ACR Crew
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