«De grandes voces y leyendas» Noche de Reggae en Apolo con Etana y Michael Rose
El pasado 11 de febrero dos de los nombres jamaicanos más reconocidos dentro del panorama mundial pasaron por Barcelona, todo gracias a la coproducción de Reggaeshack con Mediacom Agency, Buxana Agency y Canibal. Antes de todo especial mención a Reggaeshack, productora veterana y referente que ha ayudado a que a lo largo de estos últimos 18 años los artistas de reggae y variantes hayan tomado Barcelona como parada (semi)obligatoria en sus giras europeas. ¡Larga vida a los que promocionan sin cansancio ni grandes beneficios esta cultura que tanto nos apasiona a algunos!
La cita, retrasada a última hora para que no coincidiera con el fútbol, era en la conocida sala Apolo, lugar habitual para este tipo de conciertos. Una vez más, ya sea por la crisis económica, por la falta de hábitos culturales o directamente por puro pasotismo por parte del público objetivo de un evento de esta categoría, la sala presentaba una entrada muy tímida, con apenas la mitad de la pista de baile llena. Aún así, cabe destacar que el ambiente era fenomenal, muchas caras conocidas y ganas por parte de la gente de gozar de una velada reggae de primera categoría, que se demostraron desde el primer acorde que tocó la backing band que acompañaría a los dos artistas.
Tras una versión muy poco acertada del famoso Rootsman riddim salió en escena Etana. La majestuosa cantante que está llamada a ser la nueva diva del reggae no dudó en mostrar des de la primera canción su poderosa arma: su voz. Empezó con una versión de By the rivers of Babylon en Nyabinghi Drums, que con la complicidad de sus dos coristas dejó boquiabiertos a tres cuartas partes de la sala, que parecía haberse convertido de repente en un concierto de soul. La cosa pintaba bien.
No tardó la de Kingston en sacar su repertorio de grandes hits como Reggae, donde el público mostró su agrado por este tema. Fue en este momento del concierto cuando un servidor se transportó en esencia a un concierto de Ragin Fyah, sin duda alguna uno de estos grupos que ya tardan en pasar por nuestro país y que están marcando un nuevo estilo de entender y reinterpretar el roots en Jamaica, y esto se notó en la backing band. Aún así, la banda fue de menos a más, empezaron fríos y se fueron adaptando a la situación a lo largo de la noche. Suerte tuvimos de las coristas, esta figura dentro del reggae que salva a cualquier cantante de una mala actuación. Aunque no era el caso de Etana, cabe decir que ya des de un primer momento se notó que su voz fallaba, rompiéndose ligeramente en algunos momentos pero que, gracias a las coristas y a su dominio del escenario quedó como pura anécdota.
Y en todo concierto de Etana llega el punto de inflexión relativa: Blessing. Su famosísimo tema con Alborosie que se empeña a incluir en su setlist substituyendo sin mucho éxito al siciliano por alguien de la banda, en este caso el teclista. Todavía recuerdo cuando Etana tocó en el Rototom hará tres ediciones y pasó exactamente lo mismo, uno de sus coristas (en aquel entonces eran un chico y una chica en lugar de dos chicas) cogió el micrófono y subió su nivel de protagonismo poniendo una voz ronca y cantando el tema en cuestión como si de Alborosie se tratara. El resultado fue nefasto, y algo parecido pasó en la Apolo el otro día.
Y después de cuarenta y cinco minutos de reggae con sensualidad y sabor a soul, fue el turno de la leyenda andante Michael Rose, antiguo miembro de los famosos Black Uhuru. Dos shows muy distintos, y es que Etana tiene una voz muy difícil de superar y dejó el listón muy alto en este sentido.
Rose empezó con What is life, tema original de su antigua banda y que gracias al ligero cambio de estilo animó a un público con muchas ganas de bailar. Y es que en ese momento se vio que la mayoría de los asistentes estaban allí para verlo principalmente a él.
Como íbamos diciendo, el segundo show es difícilmente comparable al primero ya que entra en juego el “factor leyenda”. ¿Se perdonan a artistas que gozan de reconocimiento y carrera errores de afinación y puesta en escena? Sin duda alguna, si. Aún así, el cantante jamaicano demostró una gran conexión con el público, utilizando frecuentemente recursos de interacción con él.
Aunque su voz se mantuvo en todo momento dentro de los límites aceptables, Michael Rose fue creciéndose a mesura que avanzaba su concierto de algo más de una hora. Quienes también se pusieron las pilas fueron los de la backing band, pues pareció que los músicos se estuvieran reservando para el segundo show en vez de repartir sus energías de forma equitativa para toda la noche.
Después de interpretar sus más famosos temas como I love King Selassie y versionar otros de tan conocidos como No more trouble culminó la que sería una de las dos paradas que harían los artistas en España, ya que al cabo de unos días repetirían el show en el Dub Fever de Bilbao.
Una noche de buen reggae siempre es bienvenida.
Texto: Jon Greenwood Albareda
Foto: Gemma Ferreón