Jamaica reivindica la deuda histórica a Inglaterra por el esclavismo
Siglo XVIII. Vives en algún lugar de la costa que recorre el lado oeste de países del Golfo de Guinea, por poner un ejemplo. Tu madre te manda a por agua al pozo de agua dulce que hay cerca de tu calle, situada en un pequeño pueblecito costero. Cargas tus recipientes a los brazos y sales caminando en dirección al pozo. Justo cuando te dispones a llegar al pozo, vislumbras en la lejanía varias embarcaciones de madera que se aproximan a la costa, justo hasta donde resides tú y tu familia. Asustado, corres a tu casa con tus padres y os preparáis ante la incertidumbre para recibir a las personas que vienen en esos navíos. Miedo, lágrimas, gritos, dolor, golpes, sangre, muertos. Es lo que te espera durante un tiempo. No sabes porqué pero sabes el qué. Tras una serie de acontecimientos, te ves unos meses después en un lugar del cuál desconoces sus valles, sus costas, sus tierras, sus árboles, sus gentes e incluso su clima. No sabes por qué, pero te ponen a trabajar. Has llegado ahí para trabajar, y desgraciadamente lo más seguro es que termines tu vida trabajando.
Puede ser una de las miles de historias sufridas por la comunidad negra que fue trasladada a las islas caribeñas y otros puntos del continente americano por los estados colonizadores europeos desde finales del siglo XV hasta entrado el siglo XIX. Puede que más de una. Puede que cientos. No olvidemos que “ciento” es la suma de cien veces uno
Es por eso que hace unos días, el primer ministro británico, David Cameron, recibió llamadas de atención antes de su viaje a Jamaica el pasado martes en relación a la deuda histórica del Reino Unido para con el pueblo jamaicano tras haber sufrido años de esclavismo y represión por parte de las autoridades británicas. Los hechos se remontan desde la colonización de la isla en 1655 (sin olvidar los años de dominio y represión españoles de mano de Cristóbal Colón a los pobladores originarios de la isla) hasta la abolición de la esclavitud en 1833, sin contar las huellas sociales que marcan el carácter de una comunidad que ha viajado a través de la historia con esa carga emocional a cuestas. Aunque Jamaica se independizara en 1962, su jefa de Estado sigue siendo Isabel II de Inglaterra.
El historiador caribeño Sir Hilary Beckles, actual vicerrector de la University of the West Indies (UWI) y presidente de la Caricom (Comisión de Desagravios de la comunidad Caribeña) pidió explicaciones al ministro inglés en nombre del pueblo jamaicano los días antes de su llegada en las páginas del diario jamaicano Jamaica Gleaner. Sir Hilary recordó al ministro Cameron que sus antepasados se enriquecieron con el negocio de la esclavitud y que las riquezas que la corona inglesa ostenta en el presente se deben en gran parte a las aportaciones caribeñas a la economía de la corona durante dicho período. “Solo pedimos que se reconozca su parte de responsabilidad por los hechos ocurridos en el pasado. Es el deber de su país aliviar el sufrimiento que han producido en una sociedad, al igual que el nuestro es resolver nuestros problemas desde la auto-responsabilidad”, declaró Beckles.
Aunque desde las posiciones británicas “se pretende fortalecer las relaciones entre los dos estados”, según el primer ministro Cameron, desde el gobierno jamaicano todo pasa por el reconocimiento y la reparación de años de sufrimiento y esclavismo por parte del estado británico. Ya en el año 2013 la actual primera ministra jamaicana, Portia Simpson Miller (PNP) pedía ante la ONU la apertura de diálogo sobre la cuestión, ante lo que el gobierno inglés se cerraba en filas argumentando que no era la compensación de los daños la solución al problema. A cambio, los de Cameron apostaban por la implantación de nuevas políticas y relaciones entre ambos países que permitieran al gobierno europeo tomar parte del crecimiento económico de la isla.
Con un índice de pobreza actual que roza el 19%, la isla caribeña reclama actuaciones en planes de desarrollo por un lado, y por otro reclama el pago de cantidades hasta ahora indefinidas debido a la complejidad de los cálculos en daños económicos, sociales, políticos y generacionales.
Quizás sea por eso que según Cameron, el gobierno de UK dará 25 millones de libras para construir una prisión con el fin de albergar a ciudadanos jamaicanos que actualmente cumplen condena en el Reino Unido. Así es señor Cameron, gracias por los planes de desarrollo ofertados. Hablando de dinero, acordémonos también de que tras la abolición oficial de la esclavitud en Jamaica en el año 1833 se compensó con el valor de unos 17 mil millones (actuales) de libras a alrededor de 46000 ciudadanos británicos que “habían sufrido pérdidas económicas al dejar de tratar con esclavos” (entre ellos un no muy lejano pariente del inquilino del Numero 10 de Downing Street, el General Sir James Duff).
Pero la cuestión es: ¿cómo cuantificar los efectos de generaciones que durante casi 200 años no tuvieron una infancia digna, así como una vida en condiciones humanas y de igualdad? ¿Cómo medir o contar el dolor producido a un pueblo que fue arrancado de sus raíces y transportado a una isla al otro lado del mundo para servir de mano de obra barata y convertir su vida en ese fin? ¿De qué manera medir las secuelas psicológicas sufridas por una comunidad que ha sufrido los latigazos de la colonización de esa manera tan brutal?
Nada de lo anterior es difícil de cuantificar, pero eso no quiere decir que no exista. Puede que las propuestas que se hagan sean totalmente arbitrarias al no poder cuantificar dichos perjuicios, o puede que ningún cheque o ninguna cantidad sean capaces de pagar la libertad de una comunidad entera. Pero quizás todo esto no se trate únicamente de dinero. Quizás se trate de saber decir “perdón” cuando hay que decirlo y de poner en práctica políticas internacionales que vayan más allá de la inversión en centros penitenciarios en el país del que ustedes mismos ya hicieron una cárcel.
Autor: Angel Sorroche para Reggae Is A Mission / Reggae.es