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La vida no se detiene…desde el underground hasta el mainstream

Enviado por el 19 febrero, 2016 – 19:00No Comment

SKAEn las diversas presentaciones que hemos hecho durante los últimos meses del libro Ska en España: La vida no se detiene, uno de los temas que dieron más vida al debate fue el relativo al posicionamiento cultural del ska. Hablamos de un género que, en muchas idas y venidas a lo largo de la historia (y a lo ancho del Globo), se ha encontrado muchas veces localizado en un plano underground, es decir, enterrado bajo lo que se percibe a simple vista en los medios, y oculto a todo aquel que no muestre la iniciativa de indagar un poco para descubrir qué hay más allá de la corriente principal, el mainstream. Y, sin embargo, en ciertos contextos el ha ocupado lugares de privilegio en la cultura, ya sea a través de bandas de fama internacional, canciones de éxito o auténticos movimientos de moda en torno al género. Cuando exploramos la historia de un tipo de música como este, la consideración de su posicionamiento en el undergound o el mainstream no debe hacerse a la ligera, como sucede a menudo, y por eso hoy quiero hacer un par de reflexiones rápidas en torno a estos conceptos.

De entrada, al estudiar o narrar la historia del en España suele abordarnos una sensación inmediata de que siempre ha sido un género underground, por la pura dificultad que entraña hoy en día su rastreo en la cultura española. En este aspecto destaca el período de los 60, para cuya reconstrucción fue fundamental el trabajo prolongado de aquellos fans de los 90 que pasaron interminables horas en tiendas de discos de segunda mano intentando encontrar algo que indicase, aunque fuera remotamente, que el ska había llegado a España de una u otra forma durante su primer estadio de difusión (un saludo a Miquel Minguet de Valencia Ska!); trabajo que fue complementado con exhaustivos vaciados de la prensa musical de la época para averiguar el impacto cultural que habían tenido dichas publicaciones.

El resultado de esta exploración del período temprano fue interesante. Llegamos a la conclusión de que el era en efecto poco conocido y tuvo una presencia muy discreta en el panorama local. Pero, curiosamente, esa presencia se encontraba materializada en forma de canciones del verano (principalmente la “Operazione Sole” de Peppino di Capri), un producto de innegable visibilidad con que el ska se situó brevemente a la altura de éxitos comerciales como la yenka, el quando o la bostella (que algunos no nos suenen hoy en día no quiere decir que en su momento no hiceran furor…). ¿Minoritario y poco conocido? Sin duda. ¿Underground o anticomercial? Desde luego que no.

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Tiempo después la nos legó un profundamente combativo y al mismo tiempo proclive a la diversión y la fiesta, una deliciosa contradicción que, a mi juicio, provocó un desdoblamiento en el itinerario que a partir de entonces recorrería esta música a lo largo de las décadas siguientes: por un lado, el camino tortuoso y esquivo propio de toda expresión asociada a minorías político-sociales; y por otro el de la venta fácil a través de su atractivo sonoro y estético. Estas dos facetas, que muchas veces somos capaces de identificar por separado en otros estilos (la autenticidad en el mensaje del rock urbano frente a la comercialidad del pop, por ejemplo), en el ska muchas veces se confunden y no queda claro dónde acaba una y empieza la otra.

Esto último se observa bien en el producido en España durante los años 80. Si Ejecutivos Agresivos o Korroskada eran capaces de situar en el mercado verdaderos éxitos de ventas con regusto skatalítico, ello no impedía que Kortatu convirtiera esta música en manifiesto político o Decibelios la utilizara como parte integrante de su declaración de intenciones, definida por la ideología skin. Pero la separación entre combatividad y comercialidad no llega a estar siempre clara: sin ir más lejos, cuando Decibelios comenzó a ampliar público (más allá de los círculos skins) en últimas grabaciones, una actitud por la que se les tachó de comerciales (como explica Carles Viñas en su biografía del grupo), el grupo no abandonó el ska, si acaso lo cultivó con más insistencia y con un sonido más cuidado.

¿Era underground el en la España de los 80? No podemos afirmar esto de un género que daba frutos como el “Salta!” de Tequila o el “Visite nuestro bar” de Hombres G…, y sin embargo también tenemos que tener en cuenta que, de las miles de personas que han bailado al son de estas canciones, muchas no sabían que se trataba de un género llamado ‘ska’, o simplemente no conocían las implicaciones históricas y culturales de esta música. Contemplando todos estos factores, se hace complicado saber hasta qué punto podemos considerar los ejemplos mencionados como representativos del posicionamiento cultural del género.

El debate no se hace más simple cuando consideramos el recorrido del ska a partir de los años 90, caracterizado por la existencia de una escena especializada que, ciertamente, se puede considerar por definición underground desde el momento en que nunca ha llegado a asomar la cabeza en el ámbito de la cultura de masas más que en contadas ocasiones. Ejemplos de ello se encuentran en la presencia esporádica de bandas de ska en Los Conciertos de Radio 3de TVE (Malarians, Dr. Calypso o The Kinky CooCoo’s, entre otros), el controvertido éxito internacional de una banda como Ska-P, la indiscutible presencia de bandas como Dr. Calypso, Skalariak o Betagarri (al menos en respectivos ámbitos locales), o la inclusión de temas de bandas españolas en recopilatorios extranjeros. Y es curioso cómo, después de haber identificado en nuestro estudio estos fenómenos como pequeños triunfos de la escena, el periodista Víctor Lenore acertó a caracterizarlos de forma muy diferente en uno de nuestros debates recientes: indicó que, en realidad, no son más que reafirmaciones del estatus de baja visibilidad de un género cuyos seguidores ya se han acostumbrado desde hace mucho a que estos pequeños logros no sean más que excepciones a la norma general.

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En definitiva, los conceptos de underground y mainstream no son absolutos, y en el caso del ska se ven muy matizados por cuestiones paralelas (pero no exactamente equivalentes) como la comercialidad, el elitismo (a veces provocado, voluntariamente o no, desde dentro de la escena, como se ha encargado de señalar Jaime Bajo en las últimas discusiones al respecto) o el conocimiento de la historia.

Ahí dejo estas pequeñas píldoras en torno al posicionamiento cultural del ska que, como he pretendido sugerir, implica cuestiones mucho más profundas que su mera consideración como estilo underground, y por ello tuvimos que dejarlas fuera del libro, donde no podíamos dedicarles el espacio que realmente se merecen. En cualquier caso, no deja de ser una de las muchas facetas del género que hacen fascinante su historia.

(Os animo a consultar el capítulo 3 de mi tesis, donde desarrollo estos temas un poco más)

Texto: Gonzalo FM

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