«De metáforas y viajes musicales» cuarto día en Rototom Sunsplash
La música jamaicana y su desarrollo son, en incontables ocasiones, expresados por sus artistas metafóricamente como un viaje, tanto en el tiempo como en espacio (o en las profundidades de la mente de cada oyente). Rototom era y es (pese a algún que otro tropiezo) un lugar de peregrinación para la cultura del one drop, y la cuarta noche de Rototom Sunsplash fue un no parar de viajes, escalas y transbordos musicales de ida y vuelta continuo. Y, por supuesto, seguía llegando gente al festival.
El punto de salida de la travesía era, ni más ni menos, Toots & The Maytals. En un tiempo récord de apenas diez minutos, y con un Pressure Drop a un ritmo ska frenético, consiguió hacer bailar los centenares de fanáticos que acudieron con puntualidad suiza al encuentro. Tal vez su voz ha envejecido, como es inevitable, pero mantiene todo su timbre y matiz, única y potente (cantando con el micro a palmo y medio de la boca y retronando igualmente). El “James Brown Jamaicano”, con un hibrido ya clásico de sonido góspel, soul, funk y blues, constantes cambios de tempo, tres coristas de sobrado talento (entre las que figuraba su hija) y muchos, muchos solos por todas partes (él mismo se animó con un solo de guitarra acústica). Fue un encuentro muy pasional en el cual incluso se puso a repartir una decena de botellas de agua o más entre el público (tal vez por la nueva política de agua en el festival de esta edición, quien sabe).
Siguieron los Californianos Stick Figure, que a su vez dieron paso a Treesha. Tomen bolígrafo y apunten, esta kenyata es probablemente la mejor voz femenina que ha pisado el festival de esta edición, además de una talentosa guía por un ecléctico viaje sin freno por el rockers, afrobeat, ska o dancehall, con rebeldía y simpatía a la vez y con un estilo especialmente vivo y despierto. Y su voz era la guinda del pastel, de amplísimo registro y abrumadora técnica vocal, exacta, afinada y sin llegar a ser demasiado sufrida o barroca. Sencillamente genial.
Los encargados de cerrar la estación del Main Stage fueron los “ahora-ya-no-tan-jóvenes” famosos Ky-Mani Marley y Gentleman, al mando de The Evolution, que acostumbran a acompañar al segundo (cabe destacar que, como Treesha a la voz, es probablemente la mejor backing band que ha pasado por el Rototom este año). Los más entusiastas de estos artistas debieron disfrutar enormemente, pues en este proyecto conjunto las dos voces tan distas y distantes terminan encajando y resultando cercanas (con el estilo fluido del alemán y el toque distintivo de la voz del jamaicano que nos recuerda tanto a Bob, con momentos tan emotivos como el No Woman No Cry).
Mientras tanto, otros viajes hacia otras destinaciones sucedían continuamente en el resto del festival. En el Lion Stage unos pocos (lástima de la coincidencia con Toots) disfrutaron al 200% del brillante directo de Nakani Kanté, que vinculó todo tipo de expresiones de música negra, con África siempre como punto de partida. La complejidad de los ritmos hacia sudar de esfuerzo a los músicos de la banda, que con creces superaron la prueba. La voz de Nakany no cansa nunca, es agradable y expresiva, con letras melancólicas, pero siempre inconformistas. Una propuesta musical excelente (como ya demostró en la edición del año pasado en el African Village).
Más tarde, en el mismo Lion Stage, el viaje fue hacia el pasado reciente, de los sonidos digitales de los 80s y 90s en Jamaica y hacia el futuro de los recursos tecnológicos de la música en vivo. El formato banda instrumental-digital de Manudigital, con Joseph Cotton al micro. Del rub-a-dub más clásico (inspirado en los tiempos de la legendaria Casiotone) al jungle más UK (tributando a Toots a partir del mítico 54-46) y con un Joseph enérgico y elegante recitando originales liricas sin respiro, ofreció un directo distinto y fresco. Nattali Rize se encargó de mantener el fuego encendido en el Lion Stage, en el que no faltaron solazos de percusión y la talentosa y sorprendente voz del bajista, que empezó el concierto con un (incómodo) casco de moto mientras la cantante australiana exploraba con éxito estilos vocales como el fast chat o incluso Rap.
El encargado del viaje al pasado más profundo lo llevó a cabo el veterano del Rototom del ya desaparecido y añorado Ska Club. Natty Bo, cantante del conjunto Ska Cubano, cuenta con una selección maestra (incluso maestra es poco) de ska, rocksteady, calypso, mento, cumbia, merengue y tantos otros sonidos en el Caribbean Uptempo (lástima de la calidad de sonido que ofrecía el sistema). Fue el verdadero padrino del foundation de la noche, lo que una multitud que rebosaba del Caribbean le agradeció a vítores. Hay que potenciar más la escena del ska, rocksteady y cercanos. La escena y la audiencia lo aprecian y lo reclaman cada día un poquito más. Natty Bo, con su porte y su sombrero de ala ancha de medio lado, es la prueba viviente.
La noche en la Dub Academy inició con un viaje a la cultura soundsystem de alto componente social y humano, con Kebra Ethiopia desde Suráfrica. Aunque se echaron en falta (y mucho) sus tradicionales danzas de kingstep (se ve que en su sesión de la tarde en la playa sí que los hubo), pudimos disfrutar de una selección única, que invita a mover los pies y abrir la mente, y que en su tierra natal usa como herramienta para alejar a las juventudes del crimen, las drogas y la marginalidad. Sin duda habría sido interesante oírle hablar en el Foro Social. Poco más tarde fue el turno de los conocidos MCs y ahora selecters en proyecto conjunto YT y Solo Banton (que viene de presentar el Lion’s Den Stage del Boomtown Fair en Inglaterra, y que completó así doblete en Rototom Sunsplash 2017 con la actuación de la noche anterior). Y citando el contenido del parágrafo anterior, quisiera destacar su tema seleccionado para iniciar la sesión, un tema instrumental de Bobby Ellis llamado Stormy Wheather. En general fue una sesión repleta de rub-a-dub y roots clásico, que resultó un verdadero descanso para los oídos de una audiencia que llevaba cuatro días de doble bombo casi exclusivamente. El estilo a los controles de ambos y su compenetración al micro, sacando provecho del contraste y diferencia de voces, convirtieron la sesión en un espectáculo de a capellas, freestyley un talento (oculto para algunos) en el oído selector.
Y así, poco a poco y mano a mano, dieron paso al último del cartel: Iration Steppas. Para la ocasión trajo una selección especializada en estilo UK steppa de los 90s, que hizo viajar a las y los presentes al ambiente y la atmosfera de otro lugar y otro momento (suficientemente cercanos como que para permanezca en la memoria de según quien). No faltaron tampoco algunas sorpresas fresquitas, como el Mistery Babylon de Ital Soup que sonó en el pasado Dub Camp cada noche mínimo tres veces, haciendo cantar más y más fuerte al público el “Aaah…” de la introducción y el final del tema, entre gritos y aplausos. Murray Man se encargó de dominar el micro con una voz profunda y un estilo muy característico y amable, variando entre limpio y gutural a voluntad (todos los MCs presentes acabaron asomando la voz e incluso el mismo Mark Iration, selector y corazón de IrationSteppas, se sacó alguna que otra lírica de la manga).
Los que paso a paso volvían de viaje i los rezagados que querían un poquito más pudieron disfrutar de la sorprendente voz de Keida, carismática y ecléctica en el sonido jamaicano como la banda que la acompaña, la Fireman Crew. Alguien incluso dirá que mejor incluso que Treesha, después de oír su Redemption Song. Quién sabe. Cuando se vuelve de un viaje así hace falta tiempo para asimilarlo todo. Y descansar, sobre todo descansar.
Texto: Miquel Pérez
Fotos: Raquel Antúnez