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Crónicas from Kingston: Downtown (1ª parte)

Enviado por el 9 diciembre, 2010 – 18:533 Comments

Corría el año de 1655, los navíos ingleses que habían intentado sin éxito conquistar la isla de la española decidieron poner rumbo a las costas de Jamaica, y conquistar la pequeña isla que daba soporte a las otras islas de posesión española. En la desigual batalla de Río Bueno (cerca de Ocho Ríos) termina la colonización española de Jamaica y comienza la británica.

Aun sin ser la capital económica de la isla, la antigua Puerto Real rebautizada Port Royal, estrategicamente situada a la entrada de la hoy llamada bahía de Kingston, se convierte en capital económica de la nueva colonia Británica. Ciudad de piratas, prostitutas, tabernas, vicio, oro y ron. Refugio del indomito (pirata para los historiadores españoles y Sir y gobernador de la isla para los ingleses). Port Royal queda enterrado por el terremoto y consiguiente tsunami del año de 1692. ¡Arrepentíos! ¡Arrepentíos! Clamaban las voces de los pocos lideres religiosos que allí vivían. ¡Arrepentíos, castigo divino!

Unos 2000 supervivientes huyendo del castigo divino, anduvieron medio moribundos a buscar refugio al otro lado de la bahía, en un lugar agrícola llamado Kingston. Once años más tarde se dibuja el primer plano de la ciudad, y para el año 1716 ya era Kingston el centro económico mas importante de Jamaica, si bien la capital era Spanish Town. A mediados del siglo XVIII la mitad del azúcar que se consumía en el mundo procedía de Jamaica, con la inestimable y nada voluntaria colaboración de millares de esclavos negros procedentes del África occidental. Negros que trabajaban en las plantaciones como “negros” y que trajeron con ellos sus ritmos, que sufrieron y murieron a mayor gloria del imperio británico y que hoy en día aun siguen sufriendo, aunque de distinta forma a mayor gloria de sus políticos corruptos.

A principios del siglo XX Kingston ya tenía forma de la típica capital colonial británica, hermosa, elegante y prospera. El sufrimiento de unos era la riqueza de los otros, la queda abolida en 1834, pero no trajo muchos beneficios para los ex esclavos, tanto fue así que las rebeliones se sucedieron por toda Jamaica. Kingston fuertemente militarizada quedó al margen de esa violencia, pero no al margen del terremoto de 1907.

Los años 30 posteriores a la gran depresión son años convulsos y de organizaciones de trabajadores que darían origen a los actuales partidos politicos. Con la independencia en 1962, la decadencia del Downtown es tan grande que se decide crear New Kingston como nuevo lugar administrativo y economico, a unos 4 km del Dowtown que queda desasistido, como un enfermo terminal.

Así llegamos al siglo XXI, con el Downtown covertido en ese enfermo terminal que se niega a morir. Que lucha a diario contra todo y contra todos por seguir con vida. Presenta signos vitales, como el hermosisimo Ward Theater, donde Bob Marley acudía a concursos de talentos, el vitalisimo Coronation Market, donde campesinos de toda Jamaica traen los productos que da la tierra y se venden a los precios más baratos si uno tiene la necesidad de ir a comprar allí. Orange Street, llena de cormercios, en su mayoria regentados por chinos, indios o libaneses. Con ofertas que se anuncian a ritmo de dancehall con enormes altavoces sitados en mitad de las aceras. Despachos de abogados a la antigua usanza, donde los ordenadores e internet parecen no encontrar su espacio natural. Templos de todas las confesiones que uno pueda imaginar, en perfecto estado que contrasta con la decadencia del resto de edificios publicos.

Cuando caen cuatro gotas Downtown Kingston recoge a su pesar todo el agua que viene de la parte alta de la ciudad, enfanga sus calles y hace insalubre la vida de sus habitantes. Pero el Downtown es atractivo y mucho para aquellos que amamos el reggae. El Downtown fue un hervidero de sounds, tiendas de discos, street dances. Y lo sigue siendo. La música y la política en Jamaica siempre van unidas, así que en la segunda entrega del Downtown, os contaré esa otra cara del Downtown.

Amarga y dulce a la vez. Triste y brutal. Emocionante, imposible dejarte impasible. Eso, suponiendo que de verdad te guste el Reggae.

Texto: Fernando Garcia-Guereta
Fotos: blog.moontownbarbados.com y corvedacosta.com

Vía: cronicasfromkingston.reggae-blog.net

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