Sugar & Spice
Me despierto en una cama impregnada de sudor, doy vueltas y más vueltas. Se respira humedad. El calor ya no me deja dormir. El olor de los árboles de mango inunda mi habitación. Sam entra gritando para que me levante rápido a recoger la ropa tendida en el back yard puesto que la tormenta está llegando con fuerza. En pocos minutos caen miles de litros de agua refrescando la capital, Kingston.
Sam ya tiene preparado porridge para todos. Toda la casa huele a una mezcla de nuez moscada, harina de maíz y ganja. Estamos evidentemente en Kingston 10, en la Yard de Earl Chinna Smith, lugar donde todo ser involucrado en el amplio y diverso mundo de la música es bienvenido.
La música suena 24h sin parar. A veces una simple nota repetida una y otra vez hasta alcanzar la perfección, otras, una fusión de ritmos que alcanzan tal armonía que hace elevar el espíritu a lo más alto. Decenas de músicos tocando en el patio, todos unidos por la misma finalidad, que el fuego no deje nunca de arder.
-Con la música se mantiene la llama viva -. Nos decía Melo.
En este lugar no importa la nacionalidad, ni el color de la piel, ni la posición social. Aquí encontramos muchas mañanas a Bob Andy, Cedric Myton, Leroy “Horse Mouth” Wallace, Junior Murvin, Kiddus I, Andrew Tosh y un largo etc, pero también a gente de diferentes nacionalidades que incluso provienen de otros estilos musicales.
-Éste es un lugar mágico, aquí todos tenemos nuestra función y todos sabemos las reglas del juego -. Comenta Anthony.
Anthony, nació en Port Antonio hace ya unas décadas. Su familia en busca de un porvenir mejor, inmigró a la capital. Una vez allí se estableció en uno de los suburbios de Kingston Oeste, uno de los más marginales del país.
Desde sus primeros días en la ciudad se supo hacer un lugar dentro de la Yard como “el hombre de los recados”, a cambio de un plato caliente y respeto.
-No debo dormirme, he de estar siempre atento, en esta isla nunca sabes por dónde saldrá el sol, sin embargo, no abandonaría este lugar por nada del mundo -.
Él lo tenía muy claro, aceptaba su destino manteniéndose siempre firme y positivo. Estaba en todas partes fueras donde fueras, siempre dispuesto a acompañarte hasta el mismísimo infierno si hacía falta, sin pedir nada a cambio, solo respeto.
A pesar de que su boca contara ciento y una batallitas, las cicatrices de su cara hablaban por sí solas. En ellas leías historias de pasión, historias de violencia.
Así es Jamaica, una isla de contrastes, dulce y picante a la vez, un lugar dónde la monotonía de los países occidentales no existe, porque siempre algo sucede para sorprenderte, a veces para bien y a veces para mal. En Jamaica todo el mundo es bienvenido, pero al igual que en la Yard de Kingston 10, cada uno ha de saber el lugar que ocupa allí. Respect!!
Texto: Thunda
Vía: sugarandspice.reggae-blog.net
brutal el texto…yo he estado allí y no seria capaz de definirlo tan increiblemente bién como está echo en este texto…comparto al 1000 por 1000 cada una de estas palabras! LOVE BLESS!