Crónicas from Kingston: Downtown (2ª parte)
Maldigo el turismo. El turismo es una industria altamente contaminante capaz de convertir el Gran Cañón del Colorado, las cataratas del Niagara o Venecia en lugares donde uno siente ganas de salir volando en busca de algún lugar mejor.
Jamaica sufre de esta contaminación en zonas muy especificas de la isla, pero desde luego Downtown Kingston no es uno de ellos. Downtown Kingston es un lugar para viajeros que aman el reggae, y por supuesto para todos sus comerciantes, buscavidas, compradores en busca de precios bajos y demás gentes que pululan por su calles. Lo cierto es que desde que New Kingston se convirtió en el distrito económico de la capital, toda la industria musical se ha mudado al uptown, la degradación del downtown es de unas proporciones alarmantes, un lugar totalmente dejado de la mano de dios, si exceptuamos la estatua de la reina Victoria que preside el Sir William Grant Park y los edificios de congregaciones religiosas de varias denominaciones. Si alguno de vosotros ha tenido la ocasión de ver la película de James Bond “Doctor No” grabada en 1962, cuyas escenas iniciales están rodadas en el downtown, le costará entender como un casco urbano se puede degradar tanto.
De los estudios y tiendas de discos solo quedan los esqueletos, fachadas destartaladas y anuncios pintados en colores que aguantan no se sabe como el paso de las décadas. El parque, conocido popularmente como “parade” es un buen lugar para comenzar la visita. Presidido por la casi insultante presencia de la reina Victoria – uno se pregunta porque nadie le tira en bote de pintura roja- se puede andar por sus calles durante el día sin problema ninguno. Los nativos que pasean por allí ya saben que los pocos whities que por allí andan, son mitomanos con poco dinero, a los que ni merece la pena tratar de liar como si fuese Negril. Lejos están los días, donde la tienda de discos de Prince Buster en Orange Street era el centro bullicioso musicalmente hablando de Jamaica. La película Rockers dejó inmortalizado aquellos días con Bongo Herman bailando brake en la tienda.
Nada del numero 101 de la misma calle donde Duke Reid grababa los primeros temas de Ska encima de la licorería que regentaba. El que milagrosamente se sostiene en pie en el parade es el Ward Theater. El Ward Theater es extremadamente hermoso y elegante a la vez. Construido sobre las ruinas del Teatro Real, que quedó devastado en el terremoto de 1907, abrió sus puertas en 1912 siendo un regalo de Col Ward a la ciudad de Kinsgton. Desde 1941 era tradicional la inauguración de la temporada de pantomima el 26 de Diciembre –boxin day– que hoy en día es la fecha donde se celebra el mayor evento de dancehall del planeta “Sting“. Quien creería que algún día aquí estuvo tocando el piano A Rubisntein, bailando Alicia Alonso, tocando música la orquesta de Cámara Europea y tantos y tantos grandes artistas que actuaron en su escenario, donde se celebraban concursos de talentos o donde Miss Lou recitó sus poemas en patois. Desde hace años ya nadie quiere ir al Ward Theater y mucho menos después de los estragos del huracán Ivan.
Al que le gusten los mercados y el callejeo puede encaminarse al lado oeste del parade y enfilar hacia el Coronation Market. Cada pocos metros escuchará una voz que dice “whiteman” a las que no hay que prestar mucha atención y si ir a lo que realmente uno quiere. Al comprar algunos de los productos agrícolas que da Jamaica es difícil comprender como en un país tan fértil como este las frutas, hortaliza y verduras tengan un precio tan desorbitante en los supermercados. Es por eso que mucha gente se acerca al Coronation Market a comprar estos productos a los campesinos que recién han llegado del campo a venderlos. La variedad es algo increíble, resulta curioso como esta tierra es capaz de ofrecer tanta riqueza y a la vez adquirirla resulte tan prohibitivo. Paradojas infumables.
Si el visitante tiene los huevos, muy, pero que muy bien puestos, puede intrincarse en Mathews Lane que corta de norte a sur el acceso y feudo tradicional de las actividades mafiosas asociadas al PNP e imperio del otrora todopoderoso don “Zeeks“. Si has salido sin problemas date una vuelta tranquilo y descubre la Sinagoga (Jamaica fue refugio de judios sefardíes expulsados de la península Iberica), la Galería Nacional de Arte, la iglesia parroquial de Kingston, la librería nacional y al final, quizá para descansar un poco, ir al malecón a recordar que el mar existe.
En la próxima entrega Tivoli Garden, ¡la madre de todos los Garrison! Os espero.
Texto: Fernando Garcia-Guereta
Vía: cronicasfromkingston.reggae-blog.net