Earl Gateshead (Trojan Sound System) en Barcelona
Existen individuos pseudo-dj’s que utilizan la música para sus momentos de ocio, que son la mayoría y otros, auténticos profesionales, que la aman y la utilizan como “modus vivendi”.
En el primer apartado podríamos incluir a “papafritas” vividores tipo Pocholo o Paquirrín y en el segundo a señores con todas las letras que a base de coleccionar y arrastrar discos en pesadas maletas intentan sobrevivir haciendo lo que más aman. El ejemplo más rotundo es el de Earl Gateshead.
Gateshead lleva machacando surcos desde hace más de treinta años y aunque se le nota algo cansado del duro viaje de recorrer salas y más salas, aún conserva atributos de principiante.
No es un fino estilista de los platos ni se preocupa excesivamente en cuadrar los temas, lo suyo es otra cosa, únicamente trata de poner buenas canciones. Y lo consigue gracias a las montañas de melodías que ha ido almacenando durante su carrera.
No le seguirán grandes multitudes pero le trae sin cuidado, sigue fiel al estilo que ha mamado desde que empezó, un poco de “slow” Reggae para empezar, algo de Ska para entrar en calor, retorno al Reggae en tono más movido, un poquito de Dancehall primerizo y vuelta a empezar. Una rueda con un sentido musical innegociable en la que casi nunca hay relleno.
Un Horace Andy por aquí, un Johnny too Bad (que siempre lo acompaña) por allá, una estremecedora versión Maxi del Is It Because i’m Black? de Ken Boothe, otro Maxi de Delroy Wilson, etc, etc. Pura bagatela.
Ha tenido una noche regular, dicen unos, con Natty Bo es más divertido, aseveran otros. Posiblemente llevan razón pero no paran de bailar, ni ellos, ni los fanáticos del Dancehall más moderno.
En el inicio de la sesión vacila, busca una línea a seguir para lograr el triunfo pero no la encuentra, el sonido le disgusta ya que se eleva hacia el cielo de La Bodeguita y se dispersa, habrá que esperar.
Coloca un Hit y la gente le responde, “lo he conseguido, debe pensar”.
No quiere perder comba y mezcla perlas con temas más comerciales, se trata que la gente no pare de bailar, aprenda algunas cosillas que no sabía y se dirija hacia la barra a consumir.
El objetivo está cumplido. Buen trabajo.
Animados por el veterano selector que los mira sentado en una esquina, Blackup se apoderan de los platos y lanzan trallazo tras trallazo con el estilo “hooligan” que les caracteriza, llano, directo, punzante. El final de la noche está en buenas manos.
Mientras, Mr. Gateshead se levanta y se dirige hacia la barra para relajarse y explicar alguna batallita. Pasado el relajo agarra sus maletas y abandona el local silenciosamente.
El inglés volverá al Rototom este año y lo hará nuevamente con Natty Bo. Que nadie dude que volverán a ser de lo mejor del festival y que dejarán en evidencia a muchos de los engañabobos que se hacen pasar por genios modernos.
Larga vida maestro. God save Earl Gateshead! Yeah,yeah!
Sección de quejas: Por muy bonito que sea el Pueblo Español y mucho “glamour” que tenga La Bodeguita, roza casi la indecencia que te cobren 4,50 euros por un tubo de cerveza mal tirada y servida en vaso de plástico.
¿No venderían más con precios más razonables?
Una vez más la respuesta se la lleva el viento.
Texto: Barracuda
Fotos: Laia Buira