Calvin Broadus, si, ese es su nombre real, mas conocido como Snoop Doog  y ultimamente Snoop Lion, vuelve a cambiar de nombre. A partir de ahora se hará llamar «Snoopzilla». Vaya lío. Al principio pensamos que quería robarle el apodo a nuestro querido jr Gong «Zilla» aka Damian Marley, pero no es el caso. Hoy por hoy el que fue perro y después León (sin mucha garra) se embarca en un nuevo disco de Funk y claro, toca cambiar toda la historia.

Poco le ha durado el «tormentoso» idilio con Rastafari, Tormentoso por aquel rebote que se tuvo con Bunny Wailer y la congregación Rasta del milenio, que si mal no recuerdo, estudiaron la posibilidad  (después de aceptarle) de echarlo por su falta de compromiso religioso.

Bunny y sus acólitos llevaban razón, un disco con poca gracia, muy comercial y ninguna enjundia, un disco olvidable y un documental bochornoso; en el que el rapero se pasea por Jamaica luciendo palmito y dándose copiosos baños de masas junto a Bunny, los Marley y demás flora y fauna es todo lo que hemos sacado. Después de una vida de supuesto Gangster, perdiendo amigos como  Tupac Sakur o su primo Nate Dogg de manera bastante injusta, pensamos algunos que Snoop estaba revisando sus convicciones. A los pocos minutos intuimos el percal. Puro marketing. Pero el marketing es convicente. Algo fallaba. Los que estamos ya muchos años dentro del mundo del reggae no nos lo creímos ¿ Por qué?

Pues por que este frasco de esencias rastafaris (poco perdurables) no iba dirigido a nosotros. Si no a las masas informes, sin identidad que «deforman» cada vez más la cultura en la que un día, decidimos estar inmersos. Con todas las consecuencias. Me siento como el rey Leónidas y sus trescientos  defendiendo el angosto desfiladero . Junto a mis compañeros, escribiendo esto. Por eso le diría a Snoop » mejor fuera que dentro» y sálvense los que amen el Funk.

(Lupo Dread)