«De Espaldas al escenario» (Music n viu, Granollers)
Diez años contemplan ya al Musik n Viu de Granollers. Un festival que se ha convertido en una referencia y en cita obligada en el inicio del estío. Dennis Alcapone, Bitty McLean y Alpheus, éste en la presente edición, son algunas de las estrellas que han pisado el escenario del vivaz evento. Entrada libre, precios razonables, un espacio amplio y una excelente organización, son algunos de los elementos positivos que convierten en pecado el hecho de no asistir anualmente a tan caliente festejo.
Acabadas las loas, vayamos a los problemas: El veranito invita a distraerse, lo que conlleva compartir, charlar, beber y tomarse las cosas con bastante indiferencia. Ahí es donde radica el mayor hándicap de los festivales al aire libre, sean de pago o gratis, y en este caso aún peor. Es una pena que desde el escenario, y más si la propuesta es de calidad, los artistas se desgañiten para pedir al público calor a su actuación. Charla que te charla, risas y más risas, impiden concentrarse en lo que teóricamente ha ido a ver el público: un espectáculo musical. No crean que hablo de las toses de un Liceu o de contarse chismes en cualquier recinto cerrado, simplemente me refiero al respeto que se les debe a unos intérpretes que arriman el hombro para que nosotros podamos disfrutar. Darles la espalda es feo.
Más crudas se ponen las cosas para los primeros en tocar, ése fue el caso de Nine Mile Reggae Band. Imposible calibrar hasta dónde puede llegar esta bisoña banda sin verla rodeada de un número mínimo de espectadores. Ni la estufa más potente puede calentar a un artista cuando los presentes ni responden ni casi existen. Las valoraciones mejor hacerlas en otro momento, aunque se intuye que les va tocar trabajar mucho para conseguir un mínimo objetivo de calidad.
Algo bastante distinto es Rampalion. Constituyen para este cronista la gran revelación del año y un grupo a tener muy en cuenta para un futuro nada lejano. Aún se les nota en demasía la clara influencia de The Gladiators o The Wailers en su sonido, pero con tan sólo dos años de carrera ya se advierten atisbos de un sonido personal. Tienen aplomo en escena, no se basan en artificios y además cuentan con un cantante que apunta grandes maneras. Joan Manuel Villa tiene personalidad escénica, se echa el grupo a sus espaldas y posee una voz de un color nada habitual por estas comarcas. Mucho cuidado con ellos, ya poseen temas del calibre de My Generation o Caribbean Nights que a pesar de sus títulos poco originales, son piezas de gran calado. Villa se sobrepuso a la falta de abrigo popular y junto a su atrevida banda consiguieron los primeros apoyos de la noche. Agradabilísima sorpresa.
Hablar bien de Alpheus es muy sencillo. Tampoco es que le llovieran ovaciones, la barra seguía estando al lado contrario de las tablas, pero los que le prestaron una mínima atención, volvieron a quedar extasiados por el buen hacer del mágico crooner que volvió a deleitar con una actuación de envergadura, la que demuestra siempre. Sin su compinche habitual de los últimos años, Roberto Sánchez, pero con el apoyo de Genís Trani y sus Blackstarliners, a quienes respeta como a pocos, dio vida en directo a su última y maestra creación: Good Prevails. In Time; Far Hawai; Live And Learn o From Creation, son hitos difíciles de superar, pero las nuevas criaturas creadas por Alpheus y su idolatrado genio santanderino están como mínimo a su altura. Stand Up; Pass The Test; Reach For The Top; Rudie No More o Open Your Eyes, pasaron con creces la prueba del algodón y a las primeras de cambio empezaron a excitar a sus seguidores. Dentro del buen nivel que exhibió la banda, a pesar de algún desajuste fruto de los pocos ensayos con el nuevo material, es imposible no destacar a su líder Genís, impecable en la dirección, como a Josep Blanes, trombonista de escuela preparado para mayores retos y a Pau Dangla un chico de talento excepcional y a quien le montaría un piso si pudiera (no piensen mal). Desde su teclado surgieron las mejores notas de la noche, limpias, exactas, finas como la seda, notas que no salen de la nada sino de estudiar y tomarse muy en serio su trabajo, no como muchos que aporrean las teclas como patos. Sobresaliente.
Cecile y Raphaelia, inseparables coristas de Alpheus fueron un apoyo tan discreto como imprescindible para que el cantante se sintiera a gusto y seguro en sus interpretaciones. Los que se lo tomaron a guasa o no prestaron atención se perdieron un show de gran altura. Allá ellos.
Excelentemente sonorizado, al evento le sobraron las virguerías de un poco inspirado técnico de luces que con unos focos cegadores dejó sin vista a más de uno. Quizás era oftalmólogo.
Luv Messenger Sound, unos locos maravillosos, cerraron con su ímpetu habitual un certamen que no sería lo mismo sin ellos.
Texto: Barracuda
Foto: Violeta Palazón